Un libro en blanco esperaba
abierto encima de una mesa. Estaba impaciente por que alguna mente imaginaria y
despierta vaciara sobre él infinidad de letras que formaran palabras y estas se
colocaran en forma de frases y a su vez de parágrafos llenos de vida. Era su
sueño. Pero en aquella habitación pocas veces entraba alguien, y cuando lo
hacían o no tenían un bolígrafo para escribir o en el peor de los casos ni se
acercaban a observar el pobre libro. Pasaron los días y los años y aquel libro
fue cubierto de polvo y sus sueños se perdieron en el olvido.
De repente, entro un niño en la
sala. Como un torbellino en un campo levanto el polvo acumulado en la
habitación. El niño fue a la mesa dónde se encontraba el libro y colocó a su
lado otro libro. Sin más abandonó la sala.
El silencio volvió a ser el
sonido ambiente del lugar. Hasta que el libro nuevo inicio conversación.
-¡Que tal compañero! ¿Como esta?-
El viejo libro asombrado por tal
situación contestó - Mal hijo, mal… llevó
años aquí i nadie me hace ni caso, no tengo nada que contar. En cambió veo que
tu has tenido mejor suerte, estas lleno de sueños, ideas, colores… ¡Que envidia!-
El libro nuevo después de una
carcajada comentó – Para nada he sido un
afortunado, a mi tampoco me han hecho caso, ni me han escrito. El caso es que
he sido yo mismo que al ver que nadie hacia nada por mi me puse a escribir mi propia historia.-
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